DEL DICHO AL HECHO
A fines de 2004 comenzamos a madurar este proyecto que, si bien por un lado es la continuidad del viaje de Andrés por América Latina en 1998, deja de ser una aventura individual con la incorporación de Karina, que ya venía realizando viajes en bicicleta desde 2000. El tándem permitiria conformar un equipo total, compartiendo el placer y el esfuerzo en forma equitativa al usar un mismo vehículo. Pero, como el tándem es prácticamente desconocido en la Argentina, de la idea a la concreción había un trecho bastante largo.
PRIMER VIAJE DE PREPARACION: PATAGONIA DE OESTE A ESTE
En enero de 2005 realizamos el primer viaje después de haber tomado la decisión de encarar este proyecto. Aun con nuestras bicicletas individuales, nos dirigimos hacia Esquel, para cruzar el paso Futaleufú rumbo a la Carretera Austral chilena. Sin embargo, averías importantes en la Zenith Astra de Andrés (doble rotura de portaequipajes trasero, fusible y pata de cambio), después de cruzar la cordillera y hacer unos 100 kilómetros por el duro camino de la Patagonia chilena, nos decidieron a cambiar de recorrido. Debimos volver a Esquel para reparar la bici (era imposible conseguir los repuestos necesarios en los pequeños poblados chilenos donde andábamos), cosa que pudimos hacer gracias a la ayuda y al excelente servicio de Coyote Bikes, y salir para hacer el cruce transversal de la meseta patagónica rumbo a Trelew.
Fueron cinco etapas en que Karina superó sus anteriores marcas en cuanto a horas sobre la bicicleta y kilometraje, haciendo más de 100 km. diarios en promedio (con un máximo de 145 en menos de cinco horas, ayudados por el poderoso viento a favor), para llegar a Trelew después de haber recorrido un paisaje fantástico por el valle del río Chubut. Posteriormente, viajamos hasta El Calafate y volvimos a hacer otro tramo en bicicleta para ir y volver al Parque Nacional Los Glaciares (esta vez con un poderoso viento en contra). Ahora faltaba el tándem.
PRIMERAS EXPERIENCIAS EN TANDEM
Conseguir un tándem no era tan fácil. La cuestión era probarlo en un recorrido exigente que nos permitiera evaluar si viajar en tándem era tal como lo imaginábamos, es decir, si realmente se repartía el esfuerzo, si era cómodo y si era factible un viaje con pleno equipamiento para una gran travesía.
Conseguimos un tándem de MTB fabricado por Alejandro Luca, que arma principalmente recumbents, hasta ese momento el único tándem serio, adaptable para una travesía, que habíamos visto en venta. Venía con 18 cambios y tuvimos que hacerle algunas modificaciones antes de salir a probarlo directamente con alforjas en una vuelta de 250 kilómetros en Sierra de la Ventana, en Semana Santa de 2005.
Ya el primer día tuvimos serias dificultades en hallar la postura correcta para Karina, pues en el tándem la posición de los ciclistas, si el cuadro no es a la medida de cada uno, es más difícil de conseguir que en la bicicleta individual. El stem del ciclista trasero va adosado al caño portasillas del delantero, por lo que un cambio para cualquiera de los dos requiere de cuidadosos ajustes.
La carga con alforjas en un tándem es la misma que en una bicicleta, pero se trata de dos personas, por lo que la capacidad de transporte en realidad se reduce. A su vez, al sobrecargar la parte trasera de la bici, la rueda de atrás, que ya soporta el peso de dos ciclistas, sufre mucho más de lo normal.
El otro gran cambio fue tener que coordinar el pedaleo. Si bien la cadencia es la misma porque la transmisión, a través de dos cadenas, es una sola, cada ciclista tiene sus costumbres y estilo que hay que compatibilizar para evitar desequilibrios o que salte la cadena. Sin dominar demasiado bien estos detalles, salimos a la ruta.
Los dos primeros días llegamos bastante bien a un pueblito de 200 habitantes, Dufaur, habiendo pasado el Abra de Ventana y la zona más turística sin dificultades. Al día siguiente, por caminos rurales de tierra, pasamos el Abra del Hinojo, por terrenos bastante complicados, sin problemas y empezando a disfrutar el placer de pedalear el tándem. Sin embargo, el último día, en que nos quedaban 60 km., en los papeles tranquilos, la lluvia de la noche anterior nos hizo transitar en medio de un barrial que nos obligó a caminar más de lo que pedaleábamos. Cuando llegamos al asfalto de la ruta 76, a los pocos kilómetros Karina advirtió una desestabilización en la rueda trasera, a tiempo para evitar que colapsara.
El rigor del viaje había sido demasiado para un tándem equipado para pasear: sus ruedas, con rayos normales de 1,8 mm. y llantas comunes, habían empezado a romper rayos uno tras otro, hasta que empezó a desarmarse. Nuestro primer viaje en tándem terminó con una caminata de 16 km.
PRIMER VIAJE DE PREPARACION: PATAGONIA DE OESTE A ESTE
En enero de 2005 realizamos el primer viaje después de haber tomado la decisión de encarar este proyecto. Aun con nuestras bicicletas individuales, nos dirigimos hacia Esquel, para cruzar el paso Futaleufú rumbo a la Carretera Austral chilena. Sin embargo, averías importantes en la Zenith Astra de Andrés (doble rotura de portaequipajes trasero, fusible y pata de cambio), después de cruzar la cordillera y hacer unos 100 kilómetros por el duro camino de la Patagonia chilena, nos decidieron a cambiar de recorrido. Debimos volver a Esquel para reparar la bici (era imposible conseguir los repuestos necesarios en los pequeños poblados chilenos donde andábamos), cosa que pudimos hacer gracias a la ayuda y al excelente servicio de Coyote Bikes, y salir para hacer el cruce transversal de la meseta patagónica rumbo a Trelew.
Fueron cinco etapas en que Karina superó sus anteriores marcas en cuanto a horas sobre la bicicleta y kilometraje, haciendo más de 100 km. diarios en promedio (con un máximo de 145 en menos de cinco horas, ayudados por el poderoso viento a favor), para llegar a Trelew después de haber recorrido un paisaje fantástico por el valle del río Chubut. Posteriormente, viajamos hasta El Calafate y volvimos a hacer otro tramo en bicicleta para ir y volver al Parque Nacional Los Glaciares (esta vez con un poderoso viento en contra). Ahora faltaba el tándem.
PRIMERAS EXPERIENCIAS EN TANDEM
Conseguir un tándem no era tan fácil. La cuestión era probarlo en un recorrido exigente que nos permitiera evaluar si viajar en tándem era tal como lo imaginábamos, es decir, si realmente se repartía el esfuerzo, si era cómodo y si era factible un viaje con pleno equipamiento para una gran travesía.
Conseguimos un tándem de MTB fabricado por Alejandro Luca, que arma principalmente recumbents, hasta ese momento el único tándem serio, adaptable para una travesía, que habíamos visto en venta. Venía con 18 cambios y tuvimos que hacerle algunas modificaciones antes de salir a probarlo directamente con alforjas en una vuelta de 250 kilómetros en Sierra de la Ventana, en Semana Santa de 2005.
Ya el primer día tuvimos serias dificultades en hallar la postura correcta para Karina, pues en el tándem la posición de los ciclistas, si el cuadro no es a la medida de cada uno, es más difícil de conseguir que en la bicicleta individual. El stem del ciclista trasero va adosado al caño portasillas del delantero, por lo que un cambio para cualquiera de los dos requiere de cuidadosos ajustes.
La carga con alforjas en un tándem es la misma que en una bicicleta, pero se trata de dos personas, por lo que la capacidad de transporte en realidad se reduce. A su vez, al sobrecargar la parte trasera de la bici, la rueda de atrás, que ya soporta el peso de dos ciclistas, sufre mucho más de lo normal.
El otro gran cambio fue tener que coordinar el pedaleo. Si bien la cadencia es la misma porque la transmisión, a través de dos cadenas, es una sola, cada ciclista tiene sus costumbres y estilo que hay que compatibilizar para evitar desequilibrios o que salte la cadena. Sin dominar demasiado bien estos detalles, salimos a la ruta.
Los dos primeros días llegamos bastante bien a un pueblito de 200 habitantes, Dufaur, habiendo pasado el Abra de Ventana y la zona más turística sin dificultades. Al día siguiente, por caminos rurales de tierra, pasamos el Abra del Hinojo, por terrenos bastante complicados, sin problemas y empezando a disfrutar el placer de pedalear el tándem. Sin embargo, el último día, en que nos quedaban 60 km., en los papeles tranquilos, la lluvia de la noche anterior nos hizo transitar en medio de un barrial que nos obligó a caminar más de lo que pedaleábamos. Cuando llegamos al asfalto de la ruta 76, a los pocos kilómetros Karina advirtió una desestabilización en la rueda trasera, a tiempo para evitar que colapsara.
El rigor del viaje había sido demasiado para un tándem equipado para pasear: sus ruedas, con rayos normales de 1,8 mm. y llantas comunes, habían empezado a romper rayos uno tras otro, hasta que empezó a desarmarse. Nuestro primer viaje en tándem terminó con una caminata de 16 km.
GRANDES CUESTAS
El siguiente paso fue convertir el tándem que teníamos en una máquina apta para viajar y probarla en grandes ascensos, la prueba máxima para el ciclismo viajero. Elegimos para ello el camino de Altas Cumbres, en Córdoba, y el paso de Jama, uno de los más altos que cruzan la cordillera de los Andes.
Antes, hicimos grandes cambios en nuestro tándem. Armamos dos nuevas ruedas, con llantas doble pared, rayos reforzados, mazas Shimano, cambiamos la transmisión por una Shimano Altus de 21 velocidades y frenos V Brake del mismo grupo, más otros detalles. Menos las cubiertas, una de las cuales reventó a 5 km. de la cima de las Altas Cumbres, después de haber partido un día antes de La Falda en pleno invierno, en medio del frío intenso, la lluvia y la neblina. Pero habíamos comprobado que se sube en tándem como en cualquier bicicleta, si se tiene las piernas y la cabeza para hacerlo.
En diciembre de 2005 cruzamos el paso de Jama, alcanzando alturas de 4.830 metros, haciendo 460 kilómetros que incluyeron la terrible cuesta de Lipán, 42 km. subiendo sin parar un desnivel de 2.000 m., ya relatados en Biciclub.
Al año siguiente, luego de haber decidido posponer la partida de la Vuelta al Mundo un año más, decidimos probar un trailer, fabricado por Daniel Vilches de Trailer Hardy, en el parque nacional Calilegua. Mientras subíamos un trabajoso ascenso de yungas, sufrimos la ruptura de la pata de cambio trasera. El viejo tándem había cumplido su misión: habíamos aprendido qué era una bicicleta para dos, qué necesitábamos y, lo principal, que era factible viajar en tándem.
El siguiente paso fue convertir el tándem que teníamos en una máquina apta para viajar y probarla en grandes ascensos, la prueba máxima para el ciclismo viajero. Elegimos para ello el camino de Altas Cumbres, en Córdoba, y el paso de Jama, uno de los más altos que cruzan la cordillera de los Andes.
Antes, hicimos grandes cambios en nuestro tándem. Armamos dos nuevas ruedas, con llantas doble pared, rayos reforzados, mazas Shimano, cambiamos la transmisión por una Shimano Altus de 21 velocidades y frenos V Brake del mismo grupo, más otros detalles. Menos las cubiertas, una de las cuales reventó a 5 km. de la cima de las Altas Cumbres, después de haber partido un día antes de La Falda en pleno invierno, en medio del frío intenso, la lluvia y la neblina. Pero habíamos comprobado que se sube en tándem como en cualquier bicicleta, si se tiene las piernas y la cabeza para hacerlo.
En diciembre de 2005 cruzamos el paso de Jama, alcanzando alturas de 4.830 metros, haciendo 460 kilómetros que incluyeron la terrible cuesta de Lipán, 42 km. subiendo sin parar un desnivel de 2.000 m., ya relatados en Biciclub.
Al año siguiente, luego de haber decidido posponer la partida de la Vuelta al Mundo un año más, decidimos probar un trailer, fabricado por Daniel Vilches de Trailer Hardy, en el parque nacional Calilegua. Mientras subíamos un trabajoso ascenso de yungas, sufrimos la ruptura de la pata de cambio trasera. El viejo tándem había cumplido su misión: habíamos aprendido qué era una bicicleta para dos, qué necesitábamos y, lo principal, que era factible viajar en tándem.